Cultura | Recordaron a un grande del rock nacional

09/02

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Un año sin Spinetta

Diversos homenajes se desarrollaron ayer en memoria de Luis Alberto Spinetta. Medios de comunicación, grupos musicales y los vecinos de su último barrio coincidieron en recordar al Flaco entrañable. “Cuando vuelva del cielo te voy a estar llamando, como llama la luna a todas las mareas", cantaba hace treinta años uno de los fundadores del rock nacional, de cuya desaparición física se cumplió el 8 de febrero un año. Por Belén Sosa Buenos Aires, 9 de febrero de 2013. Aquel joven delgado que, con sólo 19 años, sensibilizó a una generación con su poesía, demostró que el rock pesado no necesitaba ser violento ni tosco desde Pescado Rabioso, encontró el equilibrio con Invisible y experimentó con Spinetta Jade, antes de dar paso a una prolífica carrera solista.

Nacido el 23 de enero de 1950, el pequeño Luis Alberto creció rodeado de la música que le transmitió su padre, el cantor semiprofesional de tangos, Luis Santiago Spinetta, quien lo alentó a cantar y desarrollar sus dotes musicales desde la más tierna infancia. A los 12 años, con una guitarra prestada, aprendió sus primeros acordes y desde allí perfeccionó por su cuenta su estilo musical, con una mezcla de los pioneros del rock, como Chuck Berry, con sonidos autóctonos del folklore local.

Villa Urquiza, el barrio donde vivía desde los ‘90 y donde concibió sus últimas obras recuerda con cariño al músico con pintadas, homenajes y un extravagante libro en inglés que cuenta, entre otras cosas, sus escapadas a la panadería muy cerca de su casa. Es singular que en los tres grandes barrios en la vida de Spinetta, obra y vida familiar hayan estado tan cohesionadas.

En el Bajo Belgrano todavía sigue en pie la casa de la calle Arribeños donde pasó su infancia, concibió Almendra y sigue viviendo su hermano Gustavo. En Parque Leloir de Ituzaingó, residió en una quinta durante la crianza de sus hijos, justo a finales de Spinetta Jade.

En Villa Urquiza, el último, a donde se mudó en 1989 tuvo dos casas. Primero estuvo en Miller y Manuela Pedraza. “Después compré esta casa, instalé el estudio de grabación y me armé mi propia habitación. Se puede decir que vivo en un estudio”, contó haciendo referencia al domicilio de la calle Iberá. Precisamente sus vecinos quieren que esa calle lleve su nombre. Al menos, un tramo. Ya juntaron cerca de 4000 firmas y van por más.

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