Cultura | Sara Facio

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Las imágenes de la ciudad

Homenajean a Sara Facio con fotos sobre la ciudad y su gente en espacios públicos porteños, en el marco de la celebración de sus 90 años y 60 de actividad profesional ininterrumpida. El proyecto consta de una exhibición urbana compuesta por fotografías de Sara Facio, ubicadas en cuatro locaciones diferentes, significativas para la artista. La mirada de Sara Facio narrará en cada fotografía parte de la historia de ese barrio, invitando a diferentes recorridos para descubrirlos a través de sus personalidades culturales, la de sus vecinos anónimos o la de su paisaje urbano. Por Mariela Sosa
Buenos Aires, 17 de junio de 2022. "Mi ciudad, mi gente" da título a una muestra que, desde el sábado pasado, coincidiendo con un nuevo aniversario de la segunda fundación de la ciudad, repasará la extensa trayectoria de la icónica fotógrafa Sara Facio como parte de los festejos por sus 90 años, exhibiendo en espacios públicos porteños de Congreso, San Telmo, Recoleta y calle Florida fotos realizadas a lo largo de 60 años. En la Floralis Genérica de la Plaza de las Naciones Unidas, sobre avenida Figueroa Alcorta 2301, en la intersección de Florida con la avenida Corrientes, en la esquina de Alsina y Defensa y en la Plaza Congreso, se desplegarán cuatro recorridos fotográficos que hasta el 26 de junio invitarán a redescubrir cada barrio. Entre las cuatro instalaciones se traza un itinerario que recorre el centro de Buenos Aires y que intenta reconstruir su historia. “Cada imagen es como si dijera esta es mi ciudad, mi gente, la que admiro, la que me gusta”, dice Sara.

Por eso, "Buenos Aires, mi ciudad, mi gente" también busca celebrar y honrar a la ciudad. Es imposible pensar la vida de Buenos Aires entre los años ´60 y ´80 sin las fotografías de Sara Facio. Allí hay rastros de nuestra identidad. Cada locación contará con un texto a modo de testimonio escrito por Facio, recuperando algún detalle de los momentos rescatados en algunas de las imágenes. En cada uno de esos personajes, remarca García Montero, "hay movimiento", en cada uno de ellos "podemos adivinar lo que está pasando en su interior", sea un retrato de Borges o un conventillo en La Boca.

Ya en los comienzos de su carrera fotográfica, Sara, junto a su entonces socia Alicia D´Amico, decidió el tema de su primer ensayo fotográfico: Buenos Aires. En 1968, con texto de Julio Cortázar se presenta el libro "Cortázar por Buenos Aires, Buenos Aires por Cortázar" en el que se publica una gran parte de las fotografías de esta muestra.

Tal vez sea la primera fotógrafa argentina que supo que la clave de una ciudad está en sus personajes. Tal vez esto haya sido así porque fue la primera fotógrafa criolla que se preguntaba, quienes éramos. En contraposición al propósito de registrar edificios inesperados para estas latitudes, o imágenes de escenario, su cámara buscó y develó otro Buenos Aires. Se habituó a caminar portando 3 cámaras y a encarar de forma directa a los protagonistas de cada escena histórica que ella también estaba protagonizando.
  
Si el clima barrial de San Telmo era subyugante para Sara, como lo era amarrarse al vuelo del paso de Torre Nilsson para recorrer la calle Corrientes, también lo eran los tesoros que ella buscaba y que estaban más o menos a la vista. Muchos de ellos generaron sorpresas y sonrisas. Cuando los promotores de venta de la editorial se asombraron que una vendedora ambulante, la legendaria violetera de la calle Florida, tuviera foto en un libro -hasta entonces ámbito restringido a una elite- no sabían que estaban vendiendo un anticipo del gran cambio democrático de la segunda mitad del siglo XX. Borges que entonces dirigía la Biblioteca Nacional de la calle México, por fin refundó su patria al compartir el aliento identitario con el marinero de La Boca que con su bote cruzaba el Riachuelo todos los días. Todo, de la mano de Sara.

En todos los personajes hay “movimiento”, en todos podemos adivinar lo que está pasando en su interior. Si bien Sara cubre los funerales de Perón para una agencia extranjera, al enfocar su cámara está buscando respuesta a sus propios dilemas, como una argentina más. En el ´74 necesita respuestas para entender el dolor de pueblo derrotado que tiene frente a su lente. Y aquí Sara  logra de la fotografía todo su potencial: no retrata el momento, no describe el sufrimiento,  lo co -construye con los retratados. La foto Los muchachos peronistas devela un diálogo entre el muchacho y Sara. Ambos “sienten” ese instante, son dos los que construyen el dolor.

Cada foto asegura lo que sucedió. Que Berni tenía su taller en Congreso o que Minujin posó en la puerta del Di Tella en la calle Florida. Pero no solamente lo atestigua, lo construye como identidad. ¿Por qué la foto de Los muchachos peronistas se ha convertido en la imagen canónica del tiempo de la partida de Perón? Porque lo que retrató no es estética, ni registro periodístico, es “siendo”, y porque como tal fue lo que nuestro país ha guardado.

Cuando se le pregunta a Sara sobre sus fotos sobre la lucha de la mujer, ella les responde con una sonrisa: ella es el recorrido de la mujer en su lucha por la igualdad. Sus fotos son la lucha de una mujer que hizo de todo por la fotografía; desde lo práctico a la búsqueda de una expresión propia. Sara no ha vivido su época sin compromiso. No sólo tomó su cámara, sino que comprometió su cuerpo y su condición de género.

La muestra "Mi ciudad, mi gente" repasa la extensa trayectoria de la icónica fotógrafa. "Es imposible pensar la vida de Buenos Aires entre los años 60 y 80 sin las fotografías de Sara Facio", señala Graciela García Romero, curadora de la intervención .

"Esta muestra era algo pendiente -dice a Télam García Romero-, se trató de ir a buscar a ese ciudadano de a pie al que Sarita le hizo tanto homenaje y que contribuyó tanto a difundir nuestra idiosincrasia, a ese ciudadano que si no vas a verlo a una sala solemne o consagrada ya no lo tenés tan accesible".

"Y además soñé con mostrar a ese porteño con un recorte caprichoso, porque ésta no es la forma en que Sara sacó las fotos, no las hizo por barrios", agrega la curadora y fotógrafa, el montaje "colabora en ese reconocimiento de cada uno de nosotros que propuso Sara con su cámara, me pareció que ese punteo por barrio es fiel a la mirada de Sara y a la construcción de la identidad barrial".

El espíritu de su obra, asegura García Romero, es "fundamentalmente humanista", lo que ha dejado como resultado "es ayudado a ver quiénes somos". Nacida en Buenos Aires en 1932, Sara Facio es fotógrafa, curadora, periodista y editora destacada por los retratos de personajes de la cultura latinoamericana. Graduada en la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1953, estudió artes visuales y fotografía un año en París, becada por el gobierno francés, en 1955.

"Cuando volvió de Europa con la pregunta de sus amigos de cómo era Buenos Aires -señala la curadora-, no se le ocurrió fotografiar las plazas y los edificios. Construyó la respuestas retratando a los personajes de la ciudad, los reconocidos y los anónimos". Y eso fue disruptivo en su época, "en Sudamericana le cuestionaban en su época por qué publicar el retrato de una vendedora ambulante", por ejemplo.

De la misma manera que mostró la humanidad de Buenos Aires, y de cada uno de los personajes y situaciones que retrató a lo largo de seis década, difundió en Argentina la mirada de los grandes fotógrafos de todo el mundo, primero en la Fotogalería del San Martín y luego en la colección del Bellas Artes.

Entre 1985 y 1998 dirigió la Fotogalería del porteño Teatro San Martín que ella misma creó y que le sirvió para crear, en 1995, la Colección Fotográfica del Museo Nacional de Bellas Artes que dirigió hasta 2012.

“Era tan grande su vara -dice Garía Romero- que cada foto suya era una respuesta a quiénes somos, su obra tiene la picardía de ver el hábito popular de la misma manera en que lo encuentra en un Borges hincado frente a los libros. El remero que cruza los pasajeros en el Riachuelo logra tanta potencia como un Favaloro”.

"Encuentra al personaje en su piel -define la curadora-, no en situaciones incómodas o molestas, y eso la distingue de otros fotógrafos. Además imprime el ser criollo, una palabra muy antigua pero que no me importa que lo sea. Siendo discípula de extranjeras como Annemarie Heinrich, que llega a Argentina con un estilo mamado de la Bauhaus, los personajes de Sara no están en el escenario, están en la calle, yendo y viniendo, resumen su pecualiar mirada: como las chicas del conurbano que retrataba los sábados yendo al cine en la capital, los muchachos que las esperaban a la salida en el teatro Ópera o los niños jugando en el Italpark".

Facio, asegura, "captó como pocos la picardía y alegría argentinas pero también el dolor. Ella retrató como nadie, de manera anticipatoria, lo que significó la desaparición de uno de los más grandes líderes que tuvo el país en esa foto ´Los muchachos peronistas´ de la serie de 1974 de los funerales del Perón: el centro de la foto es la mirada de orfandad del único muchacho que no posa para la cámara".

Su trabajo hizo, además, "que los fotógrafos nos mirásemos a nosotros mismos -afirma García Romero-.Criada en las artes plásticas, su mirada fecundó una estética muy personal, cuidadosa y diversa, no hay prácticamente reiteración en sus tomas y encuadres, por más popular o eminente que sea el retratado y, por más que deplorara el ser pedagógico nos enseñó muchísimo, trayendo a la Argentina a los mejores fotógrafos de la historia, mostrándonos puntos de vista muy diferentes y de muy alta calidad y llevando al mundo la mirada de los argentinos".

"Una anécdota la pinta tal cual: en la primera exposición que la invitaron, por los 60 en Estados Unidos, se negó a que sea una muestra personal e insitió con que sea un colectivo argentino contemporáneo. Tiene una mirada de completud, no es un fotógrafo sino todos, no es un arte, sino todas", concluye la curadora.

Premiada como fotógrafa y editora en Argentina, Francia, Alemania y México, publicó más de 20 libros de su autoría, algunos considerados de estudio en Reino Unido y México como el de "Historia de la Fotografía mundial"; en tanto que sus fotografías forman parte de las colecciones permanentes de museos como el de Arte Moderno de New York (MOMA) o el Reina Sofía de Madrid.


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